Sus calles y avenidas, trazadas a tiralíneas sobre la isla de Manhattan, parecen haberse transitado ya antes por lo mucho que se asoman en las pantallas. Es la capital del mundo, un hormiguero donde se vive a un ritmo de vértigo y se imponen tendencias al resto del planeta. Museos, tiendas, galerías e iconos de una forma de vida que representa, como ningún otro símbolo, la Estatua de la Libertad, que se yergue en su bahía.
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