Ciudadela, fortaleza y residencia de los sultanes nazaríes, la Alhambra de Granada y el Generalife luce como el legado más sublime de la cultura de Al Andalus. Cierto que, con los millones de personas que la visitan al año, no siempre es fácil degustarla con el sosiego con que lo hicieran antaño sus dueños y señores, pero su refinamiento y su sensualidad siguen deslumbrando igual de inspiradores.
Lugares del mundo
miércoles, 8 de junio de 2016
LA ALHAMBRA, GRANADA
Ciudadela, fortaleza y residencia de los sultanes nazaríes, la Alhambra de Granada y el Generalife luce como el legado más sublime de la cultura de Al Andalus. Cierto que, con los millones de personas que la visitan al año, no siempre es fácil degustarla con el sosiego con que lo hicieran antaño sus dueños y señores, pero su refinamiento y su sensualidad siguen deslumbrando igual de inspiradores.
EL BARRIO ALBAYCÍN, GRANADA
El Albaycín es el antiguo barrio árabe. Comprende la zona situada entre la colina de la Alhambra, el cerro de San Cristóbal; el Sacromonte y la calle Elvira. Constituye un mundo aparte en el conjunto granadino. Esto se debe a la fuerte influencia musulmana. Fue en este lugar donde se erigió la primera corte musulmana en el siglo XI, la zirí. El máximo momento de esplendor del Albaycín fue en los últimos años del dominio nazarí, una población de más de cuarenta mil habitantes y treinta mezquitas. Las calles eran muy estrechas y las casas pequeñas y limpias, además de contar con numerosos aljibes, algunos de los cuales han llegado a nuestros días. Ninguna visita al Albaycín puede ser completa sin admirar la panorámica del barrio desde la Alhambra; por algo los reyes granadinos construyeron su palacio allá arriba. El Albaycín es un barrio para vivir el ambiente de sus bares de tapas y terrazas. Y como punto y seguido, aquí no hay final, contemplar una puesta de sol sobre la Alhambra, en el preciso momento en que se tiñe de rojo.
martes, 7 de junio de 2016
CANALES DE VENECIA
Venecia es una ciudad de grandilocuencia teatral, un decorado fascinante de palacios, museos y piazzas a ras del agua que parece no tener fin. Construida sobre una laguna en el Norte del mar Adriático, en este escenario es fácil sorprenderse con la Venecia monumental, animada y dinámica que se extiende en torno al Gran canal y a la plaza de San Marcos, pero, sobre todo, con la Venecia íntima y escondida de sus pequeñas callejuelas, sus ‘campos’, iglesias y puentes, por donde pasa la vida de un lugar de soberana belleza que flora oníricamente sobre las brumas de sus pequeños canales.
MACHU PICCHU
La Ciudad Perdida de los incas se alza entre barrancos, a 130 kilómetros de Cuzco, en mitad de un paraje inaccesible de los Andes peruanos. La perfección de sus construcciones, su conservación y su escenario natural, encajonada como está en la cresta de un cerro sobre el valle del río Urubamba, hacen de este yacimiento uno de los tesoros arqueológicos más valiosos del mundo y, desde luego, uno de los más místicos.
ESTAMBUL
Sultana donde las haya, Estambul no será la capital turca, pero sin duda es la gran joya de este país bellísimo y hospitalario, amén de la única ciudad del planeta aposentada sobre dos continentes. Sus bellezas se esparcen a una y a otra orillas del Bósforo y el Cuerno de Oro, y entre su horizonte, jalonado de alminares, brillan con luz propia Santa Sofía y sus mezquitas más elegantes de Sultanahmet, Süleymaniye, Nuruosmaniye, Eyüp…
PARÍS
A la capital más visitada del planeta le sobran razones para encandilar: los mejores restaurantes, las tiendas más coquetas o rompedoras, su vivísimo ambiente multiétnico y una oferta cultural inabarcable, pero, sobre todo, un descomunal centro histórico deliciosamente conservado y cuajado de rincones románticos que, barrio a barrio, ha cimentado la convicción generalizada de que uno no puede irse de este mundo sin haberla callejeando antes a conciencia.
NUEVA YORK
Sus calles y avenidas, trazadas a tiralíneas sobre la isla de Manhattan, parecen haberse transitado ya antes por lo mucho que se asoman en las pantallas. Es la capital del mundo, un hormiguero donde se vive a un ritmo de vértigo y se imponen tendencias al resto del planeta. Museos, tiendas, galerías e iconos de una forma de vida que representa, como ningún otro símbolo, la Estatua de la Libertad, que se yergue en su bahía.
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